A ritmo lento ver la esfinge de Giza, el recinto de Amón en Karnak, la vasta necrópolis de Saqqara y las pirámides de Dahshur o la Necrópolis de Tebas. Pero es obligatorio deslumbrarse con la máscara dorada de Tutankamón en el museo de El Cairo. Siguiendo con este viaje sin conservantes ni colorantes, pasamos por Marruecos, el país de los desiertos áridos y mercados cargados de especias. Hacemos un stop en Israel para dejar un papelito en el muro de Jerusalem, visitar la tumba de Jesus en el Santo Sepulcro, ir de fiesta en Tel Aviv o flotar en el mar Muerto. Y como tu espíritu de viajero todoterreno no querrá detenerse, harás una parada en Omán, la pequeña joya del océano Índico, un pasaje entre África y Asia, una mezcla de fiordos, desiertos y wadis; las ciudades milenarias de Muscat y Al Hamrah hasta las piscinas naturales de Wadi Shab. ¿Una vida sin viajar? Imposible.